La Novia Equivocada Novela de Day Torres

Capítulo 182



Capítulo 182

ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 31. Hoy es tu día

Aaron no entendía qué pasaba con Nahia, pero había algo entre ellos que no les permitiría separarse definitivamente jamás, y esa era una certeza que no podía evitar. Así que solo quedaba darle el pecho a la situación, tatuajes incluidos, y resolver ese asunto de una vez por todas… comenzando por los King.

-Te agradezco por todo le dijo Nathan tendiéndole una mano que él estrechó con firmeza-. Es increíble la forma en que lo resolviste y nos devolviste a Maddi y a los bebés sanos y salvos.

-No fue nada, para eso… estudié -murmuró Aaron con humildad, guardando sus cosas en la camioneta – Señor, quisiera pedirle permiso para frecuentar a su hija Nahia -declaró con determinación y Nathan se encogió de hombros.

-Pues si ella está de acuerdo…

-Ese es el problema. Ella no está de acuerdo. Legalmente sería acoso… o algo así -dijo Aaron como si aquella fuera la declaración de intenciones más noble que se le podía hacer a un padre. 2

-Pues si estás dispuesto a que te peguen… -murmuró Nathan. This content is © NôvelDrama.Org.

-Lo estoy, señor -respondió él y los King se miraron.

-En ese caso siempre usa protección le dijo Nathan y Aaron se puso rojo de la vergüenza en un segundo.

-Y por “protección” quiere decir casco y chaleco antibalas -se rio Meli-, porque Nahia es la que mejor puntería tiene de todas nosotras.

Aaron tosió un poco y se rio porque sabía que era una hermosa verdad.

-Si, eso me consta–murmuró antes de despedirse-. En ese caso, señor King, señora King… nos vemos el fin de semana en la reunión familiar.

-Nos vemos, hijo, esconderé las sartenes solo por ti -se despidió Meli y un minuto después Aaron se iba.

En ese momento no tenía ni idea de lo cerca que estaba Nahia, pero la muchacha en lugar de ir directamente a la escuela había hablado con sus padres y se había dirigido al hospital a donde habían llevado a Maddi después del incidente.

Estaba asustada y llevaba el corazón desbocado después de saber lo que había pasado con Maddi. si no hubiera estado sentada, se le habría aflojado las rodillas al saber que Aaron se había hecho cargo de la situación. ¿¡Cómo no iba a hacerlo, si no había nadie mejor que él para una situación de riesgo!? ¡Claro que eso no quitaba que fuera un infiel desgraciado que le había dicho que estaba en gales mientras estaba en un antro de Londres haciéndole una endoscopía con la lengua a una rubia oxigenada! 1

Los ojos se le llenaron de lágrimas, pero acabó negando. Ahora era tiempo de ayudar a su familia, no de andar sufriendo por aquel macho alfa en particular.

Estaba entrando apenas en el estacionamiento del hospital cuando vio pasar a una figura demasiado familiar.

-¿Maddi…? ¡Maddi! -Nahia se bajó del auto enseguida, corrió hacia ella y la abrazó con fuerza. ¿Qué estás haciendo aquí sola? ¿Dónde está mi hermano?

Vio a Maddi negar con lágrimas en los ojos, pero pronto la desesperación fue reemplazada por la vergüenza.

-Lo siento, yo… me escapé del hospital -sollozó y Nahia acarició sus brazos arriba y abajo para

calmarla.

-¿Qué es lo que está pasando, Maddi? ¿Por qué te escapaste de James?

-No me escapé de él solo… necesito espacio, necesito… aire… -sollozó su cuñada con desesperación – ¡Estoy embarazada! Y antes de que preguntes sí, los tres son de tu fiermano.

Nahia se mordió el labio inferior para evitar saltar de alegría, porque por más emocionada que estuviera porque el sueño de su hermano por fin se estaba cumpliendo, también podía ver que la mujer frente a ella estaba aterrada. Maddi y James habían vivido momentos muy duros con la pérdida de su primer bebé, ¡y ahora estaban esperando tres! ¡Era como para desmayar a cualquiera! (1

-Maddi, ¿estás mal como para regresar al hospital o quieres que simplemente… vayamos a dar una vuelta? -le preguntó abrazándola-. Hay aire en la carretera, mucho aire.

-Si, por favor, ¿nos podemos ir? -suplicó Maddi entre sollozos.

-Claro, vamos. -Nahia la ayudó a subir al auto y se dirigió hacia la salida.

Al menos a ella ese aire le había disipado un poquito el dolor.

-¿A dónde te gustaría ir? -le preguntó.

Maddi lo pensó por un momento y suspiró.

-Me gustaria ir al mar… al mar al que iba con mi padre cuando era niña… -murmuró.

-Entonces vamos, solo dime hacia dónde.

Una hora después, en la primera parada para repostar combustible, Nahia llamó a su hermano para que supiera que Maddi estaba bien.

-Todavía no sé a dónde vamos, solo me pidió que condujera hacia el oeste y que quería ver el mar -le explicó. Me dijo que quería ir al mar donde la llevaba su padre de niña.

“¿Ella está bien?” preguntó su hermano con ansiedad.

-Si preguntas de salud, sí, no ha vomitado en todo el camino y la estoy haciendo tomar líquidos – le dijo Nahia. Por lo demás está asustada, James. Me dijo que necesitaba aire, y creo que está buscando la forma ella misma de evitarse un ataque de pánico así que por favor… no la presiones.

“No voy a hacerlo, solo quiero saber que está bien“, replicó James. “Cuídala, por favor… y cuida a tus sobrinos“.

-Claro que sí, hermanito -respondió Nahia-. Yo me encargo.

Pero aunque ella no tuviera ni la más mínima idea de a dónde iban, James sí la tenía, así que apenas volvió dentro del hospital se dirigió a su padre.

-Necesitamos rentar un helicóptero le dijo-. Voy saliendo lo más pronto posible para Cornualles. Nathan solo le dio buenos consejos y una alternativa.

Sabes dónde puedes conseguir un helicóptero de emergencia, ¿verdad? O mejor dicho ¿con quién? James asintió y enseguida volvieron a llamar a Aaron, porque era imposible conseguir algo tan rápido como él lo hacía. Pocas horas después estaban volando hacia Cornualles, porque en cuanto el guardaespaldas supo que Nahia también estaría allá, casi se puso él mismo de copiloto. (2)

Debía estar amaneciendo cuando Nahia por fin divisó el mar. Estaba cansada por la noche de sueño, así que en el fondo le alegró que Maddi le pidiera un poco de espacio. Se quedó durante un largo minuto mirando el mar, había visto una gran parte del que rodeaba Reino Unido en su viaje, pero siempre era hermoso volver.

El sueño estaba a punto de vencerla cuando escuchó aquel murmulló de arena arrastrándose a su espalda y se giró para quedar frente a frente con su peor pesadilla.

-¿A… Aaron…? -balbuceo-. ¿¿Tú qué haces…?

-¿Qué hago aquí? -murmuró él metiéndose las manos en los bolsillos con severidad-. Además de traer a tu hermano, vine a intentar entender por qué demonios me dejaste.

Nahia apretó los labios y negó con sarcasmo.

-Debiste saberlo el día que pusiste al imbécil de Austin a acostarse con dos mujeres: yo no comparto – siseó ella-. No tolero la traición. Así que para revolcarte con putas bien puedes hacerlo sin mí.

Pasó a su lado intentando llegar a su auto, pero él se puso en medio.

-¿De qué diablos estás hablando, Nahia? ¿Estás diciendo que te traicioné? ¿De dónde sacas eso?

Ella lo miró con una expresión de incredulidad en su rostro. ¿Cómo podia ser tan cínico?

-No solo lo creo, estoy segura -declaró ella-. Estoy segura de que me traicionaste -siseó Nahia con el rostro enrojecido de furia-. Y por eso ya no quiero estar contigo.

Aaron abrió la boca para hablar pero ella ya se había dado la vuelta, cerrando aquella conversación.

-¿De qué diablos vas a estar segura? ¡Yo no te traicioné de ninguna forma! -le gritó.

Yo te vi! -gritó ella dolida mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos. ¡Me decías que estabas persiguiendo a Martin, que estabas en Gales mientras…!

-¡De verdad estaba en Gales!

-¡Mentiroso! -le gritó Nahia con impotencia-. ¡Ya deja de mentirme! ¡La misma noche que me dijiste que estabas en Gales, te vi en Londres, en un puto antro, con una puta rubia encima, besuqueándole hasta los puñeteros pensamientos! 1

Aaron se quedó paralizado y le alcanzó un instante para darse cuenta de lo que había pasado.

“¡Caleb…! ¡Ay, Caleb…!” pensó, pero para cuando quiso alcanzarla ya Nahia había llegado a la puerta de su auto.

-¡Nahia por favor espera! ¡Déjame explicarte! ¡Todo tiene una explicación! -dijo deteniéndola del brazo. - ¡Sí, claro! -gruñó ella soltándose bruscamente-. ¡Y ahora me vas a decir que no es lo que parece!

-¡Es que no es lo que parece! -replicó él y Nahia puso los ojos en blanco.

-¡Vete al infierno, Aaron! -espetó subiéndose a su auto pero antes de que pudiera hacer otro

movimiento él la empujó al asiento del copiloto y se subió detrás del volante.

-¡Oye! ¿¡Qué haces!? -le gritó ella tratando de salir pero Aaron le pasó los seguros a las puertas y arrancó el auto, alejándose de allí de inmediato.

-¡Quédate tranquila! -le gruñó, pero desde el fondo de su corazón solo estaba feliz. (1)

Nahia lo había dejado porque había visto al picha suelta de su hermano restregándose con una rubia. No sabía si estaba halagado, emocionado y aliviado, porque aquello tenía una solución fácil. 2)

-¡Suéltame! -gritó Nahia.

-¡Quédate quietal le gruñó él mientras intentaba conducir.

-¡Me estás tocando una chichi! -le espetó ella y él sonrió. (3

-¡Pues quédate quieta si no quieres que te toque algo más! -la amenazó, sabiendo que no había

amenaza que surtiera efecto con ella.

Condujo hacia otra de las playitas apartadas de Cornualles, desierta a aquella hora de la mañana y frenó el auto sobre la arena a pocos metros del mar antes de girarse hacia Nahia.

-¿¿No me dijiste que un dia te iba a besar enojado, para castigarte? -le recordó-. ¡Pues hoy es tu dia!


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