El despertar del Dragón

Capítulo 2352



Capítulo 2352

Un pequeño favor

Jaime y Alba se adelantaron, protegiendo a Vladimir y a los demás que estaban detrás de ellos. Mientras tanto, el Gran Anciano de la Secta de la Estrella Voladora, Dole, mostraba una expresión fría y preguntó:

—¿Quiénes son ustedes?

—Dole, esta mujer es de la Secta Luminosa —respondió otro anciano.

—¿Secta Luminosa? —Dole frunció un poco el ceño—. Métete en tus asuntos y lárgate.

—¿No crees que todos ustedes deberían perderse en vez de eso? —replicó Jaime.

Sus ojos brillaron con intenciones asesinas. Se acercó y abofeteó al Gran Anciano, haciéndolo volar por los aires.

—El heredero mayor de la Secta de la Estrella Voladora ya ha muerto, y ustedes, meros ancianos, tienen la desfachatez de actuar con arrogancia delante de mí —se burló Jaime.

—¿Qué? ¿Has matado a nuestro heredero mayor?

Los demás ancianos de la Secta de la Estrella Voladora se quedaron perplejos.

Jaime no se dignó a responder y se lanzó al ataque contra ellos.

Los ancianos eran bastante despiadados, pues habían masacrado a muchos artistas marciales. De ahí que Jaime no les perdonara la vida.

Vladimir y los demás se quedaron sin palabras al ver a Jaime luchando solo contra los ancianos.

Sus fuerzas solían ser más o menos las mismas. Sin embargo, ahora estaba claro que Jaime los superaba con creces.

—Señor Casas, por favor, perdóneles la vida…

Al darse cuenta de que Jaime pretendía matar a los cinco ancianos de la Secta de la Estrella Voladora, Alba se adelantó para aconsejarle.

—Señor Casas, si mata a los cinco ancianos de la Secta de la Estrella Voladora, nunca lo dejarán libre de culpa. No hay necesidad de provocarlos. Además, también pensarán que fue usted quien mató a Arán. Entonces, la Secta de la Estrella Voladora emprenderá una guerra interminable contra usted. No le servirá de nada —razonó Alba.

Luego, se volvió para mirar a los demás ancianos y dijo:

—Su heredero mayor, Arán Lindor, está muerto. Sin embargo, la Secta del Cielo Ardiente lo mató, ¡y no tuvo nada que ver con nosotros! NôvelDrama.Org © content.

—El señor Lindor está muerto, así que puedes decir lo que quieras. Además, la Secta del Cielo Ardiente lleva años desaparecida, ¿y dices que ellos lo mataron? ¿Crees que nos creeremos lo que has dicho? —Dole soltó una risita.

—No me importa si me crees o no. Aunque no te mate hoy, ¡no te dejaré escapar con tanta facilidad! —dijo Jaime.

Entonces, rayos de luz dorada irradiaron desde lo alto de sus palmas, golpeando hacia los cinco ancianos.

Los rayos de luz dorada eran como espadas que penetraban al instante en los cuerpos de los cinco ancianos.

Aunque no murieron por el golpe, los cinco ancianos sufrieron graves heridas y sus miembros quedaron rotos.

Habiendo presenciado la proeza de Jaime, los cinco ancianos ya no se atrevían a decir ni una palabra más. Por lo tanto, sólo pudieron lanzar miradas de duda a Jaime antes de salir corriendo para salvar sus vidas.

—Señor Casas, gracias por salvarnos la vida —Vladimir y los demás se acercaron a Jaime para darle las gracias.

—Vladimir, esto es sólo un pequeño favor. Deberías abandonar este lugar ahora y no volver jamás. No es un lugar en el que puedan quedarse mucho tiempo —comentó Jaime.

Les pidió que se marcharan de inmediato, ya que el lugar estaba lleno de sectas del reino oculto. Si estallaba un conflicto, la enorme disparidad en sus fuerzas sólo llevaría a trágicas muertes de artistas marciales forasteros como Vladimir.

Dado que Vladimir y los demás habían sido testigos de primera mano de lo brutales que podían ser los ataques, no se atreverían a volver a poner un pie ahí.

Después de marcharse, Jaime y Alba se apresuraron a volver a la Secta Luminosa. Tenía que salvar a Forero y a Giovanni lo antes posible.

Cuando estuvieron de vuelta en la Secta Luminosa, Jaime recuperó de inmediato los Frutos de Conexión Espiritual y les dio uno a Giovanni y otro a Forero.

Tras ingerir los frutos, el cuerpo de Forero y Giovanni brilló con luces doradas. Sus huesos y meridianos se restauraron en un instante.

—Jaime, ¿qué nos has dado de comer? ¿Cómo es tan mágico? He sentido una fuerza vigorizante dentro de mi cuerpo —preguntó Forero, saltando de la cama.

—Jaime, siento un poder que se agita dentro de mi cuerpo. Es como si mi cuerpo estuviera a punto de explotar —dijo Giovanni con dolor.


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