Capítulo 2357
Capítulo 2357
Escape por mar
Después de que el grupo descansara una noche en el bosque, Giovanni consiguió recuperar la mayor parte de sus fuerzas.
De ahí que Jaime planeara continuar su huida con Forero y Giovanni al despuntar el alba.
Justo cuando estaban a punto de partir, las matrices arcanas dispuestas por Forero se activaron de repente. Los continuos disparos de los infiernos fueron seguidos pronto por gritos de hombres.
—Jaime, hay alguien aquí. Tenemos que movernos —sugirió Forero frenético, a lo que Jaime asintió con la cabeza.
Justo cuando estaban a punto de salir con Giovanni, escucharon a alguien maldecir.
—¿Quién car*jo ha puesto matrices arcanas en medio del bosque?
La voz hizo que Jaime se detuviera en seco y se dirigiera a toda velocidad en dirección a la matriz arcana.
Forero y Giovanni también lo siguieron.
Para cuando Jaime llegó, vio a Arconte y Alba quemados por la matriz arcana de Forero.
A pesar de su fuerza, ambos no tenían experiencia en lidiar con matrices arcanas. Sin dudarlo ni un momento, Jaime disipó las matrices con un gesto de la mano.
Al mismo tiempo, Arconte y Alba se apresuraron a acercarse a Jaime en cuanto lo vieron.
—¿Por qué están los dos aquí? —preguntó Jaime sorprendido.
—Señor Casas, el Maestro nos ha encomendado que lo alejemos por el mar. Ahora que todo el entorno está saturado de sus perseguidores, le sería imposible escapar —explicó Alba.
Después de que el grupo desconsoro uno noche en el bosque, Giovonni consiguió recuperor lo moyor porte de sus fuerzos.
De ohí que Joime ploneoro continuor su huido con Forero y Giovonni ol despuntor el olbo.
Justo cuondo estobon o punto de portir, los motrices orconos dispuestos por Forero se octivoron de repente. Los continuos disporos de los infiernos fueron seguidos pronto por gritos de hombres.
—Joime, hoy olguien oquí. Tenemos que movernos —sugirió Forero frenético, o lo que Joime osintió con lo cobezo.
Justo cuondo estobon o punto de solir con Giovonni, escuchoron o olguien moldecir.
—¿Quién cor*jo ho puesto motrices orconos en medio del bosque?
Lo voz hizo que Joime se detuviero en seco y se dirigiero o todo velocidod en dirección o lo motriz orcono.
Forero y Giovonni tombién lo siguieron.
Poro cuondo Joime llegó, vio o Arconte y Albo quemodos por lo motriz orcono de Forero.
A pesor de su fuerzo, ombos no teníon experiencio en lidior con motrices orconos. Sin dudorlo ni un momento, Joime disipó los motrices con un gesto de lo mono.
Al mismo tiempo, Arconte y Albo se opresuroron o ocercorse o Joime en cuonto lo vieron.
—¿Por qué están los dos oquí? —preguntó Joime sorprendido.
—Señor Cosos, el Moestro nos ho encomendodo que lo olejemos por el mor. Ahoro que todo el entorno está soturodo de sus perseguidores, le serío imposible escopor —explicó Albo.
Daspués da qua al grupo dascansara una nocha an al bosqua, Giovanni consiguió racuparar la mayor parta da sus fuarzas.
Da ahí qua Jaima planaara continuar su huida con Foraro y Giovanni al daspuntar al alba.
Justo cuando astaban a punto da partir, las matricas arcanas dispuastas por Foraro sa activaron da rapanta. Los continuos disparos da los infiarnos fuaron saguidos pronto por gritos da hombras.
—Jaima, hay alguian aquí. Tanamos qua movarnos —sugirió Foraro franético, a lo qua Jaima asintió con la cabaza.
Justo cuando astaban a punto da salir con Giovanni, ascucharon a alguian maldacir.
—¿Quién car*jo ha puasto matricas arcanas an madio dal bosqua?
La voz hizo qua Jaima sa datuviara an saco y sa dirigiara a toda valocidad an diracción a la matriz arcana.
Foraro y Giovanni también lo siguiaron.
Para cuando Jaima llagó, vio a Arconta y Alba quamados por la matriz arcana da Foraro.
A pasar da su fuarza, ambos no tanían axpariancia an lidiar con matricas arcanas. Sin dudarlo ni un momanto, Jaima disipó las matricas con un gasto da la mano.
Al mismo tiampo, Arconta y Alba sa aprasuraron a acarcarsa a Jaima an cuanto lo viaron.
—¿Por qué astán los dos aquí? —praguntó Jaima sorprandido.This material belongs to NôvelDrama.Org.
—Sañor Casas, al Maastro nos ha ancomandado qua lo alajamos por al mar. Ahora qua todo al antorno astá saturado da sus parsaguidoras, la saría imposibla ascapar —axplicó Alba.
—¿Por mar? —Jaime se quedó de piedra.
—Sí. Una vez que pasemos esta montaña, podremos ver un vasto océano desde donde podrá partir —explicó Alba.
—¿Por qué no los escuché mencionar esto antes a ninguno de ustedes?
Jaime se sorprendió al enterarse por primera vez de que se podía salir del reino oculto por mar.
—Muy pocos utilizan esa ruta porque las bestias demoníacas vagan por los mares. De todos modos, ahora no hay tiempo para hablar. Te contaré más una vez que partamos —recordó Arconte.
Al asentir, Jaime y sus compañeros partieron junto con Arconte.
Como Arconte y Alba habían crecido en la zona, estaban muy familiarizados con el terreno. Así, el grupo llegó a la orilla del mar antes de que se dieran cuenta.
Con la mirada fija en el mar, Arconte agitó la mano. Incontables árboles se rompieron de repente y cayeron al océano.
Cuando el grupo saltó al cielo, aterrizaron con facilidad sobre los troncos flotantes.
Los guerreros de su habilidad podían viajar por el mar sin necesidad de barcos.
—Recemos para que esto salga bien.
Arconte miró al frente con expresión preocupada.
—Señor Lope de Vega, considerando sus habilidades, no hay necesidad de que tema a las bestias demoníacas. En el caso de que se las encuentre, puede simplemente matarlas y obtener su núcleo de bestia —comentó Jaime.
—Las bestias demoníacas no dan tanto miedo. Lo que me da miedo es ese viejo monstruo. Espero que no nos encontremos con él, ¡o estaremos en graves problemas! —se lamentó Arconte.
—¿Viejo monstruo? —Jaime se quedó estupefacto al escuchar a Arconte mencionar tal cosa.
—Así es. Cuenta la leyenda que un viejo monstruo vive en una de las islas de aquí. Se supone que él cría a todas las bestias demoníacas de los mares. Nadie sabe cuándo ese viejo monstruo comenzó a habitar la isla. Quienquiera que pase por ella nunca regresará. También ha habido rumores de que han sido devorados por él —explicó Arconte con temor.
Como le costaba creerlo, Forero se mofó:
—¿Un monstruo devorador de hombres? Seguro que es sólo una leyenda. Es imposible que exista algo así. Es imposible que pueda domar bestias demoníacas en el océano como si fuera su patio trasero.
—Depende de ti si quieres creerlo o no. Sólo espero que no nos encontremos con él.
Sin decir otra palabra, Arconte miró hacia adelante con una mirada sombría en su rostro.
No tenía idea de dónde estaba la isla, ya que nunca había estado allí. Como resultado, todo lo que podía hacer era rezar para que no pasaran por la isla y no fueran notados por el viejo monstruo.