Capítulo 2358
Capítulo 2358
Cuidado con las bestias demoníacas
Jaime y los demás navegaron por el interminable mar. No había islotes a la vista, y todo estaba tranquilo y sereno.
Por fin, Arconte pudo dar un suspiro de alivio.
De repente, el tranquilo mar se volvió tempestuoso. Las olas golpeaban una y otra vez la embarcación de Jaime, que estaba hecha de un tronco de árbol, obligándoles a cambiar de dirección.
—¿Por qué hay olas cuando no hay viento? —preguntó Alba con curiosidad.
Jaime, por su parte, anunció con solemnidad:
—Tengan cuidado porque las bestias demoníacas están aquí.
Al instante, sus palabras pusieron nerviosos a todos.
Al mismo tiempo, también vieron una docena de figuras enormes retorciéndose en el mar. Esas olas eran creadas por las bestias demoníacas.
Las bestias saltaban sobre el mar y luego golpeaban con fuerza su superficie, levantando enormes olas que ponían a Jaime y al resto en un aprieto caótico.
—Las bestias demoníacas que han alcanzado buen nivel de cultivo son demasiado aterradoras... — Forero se quedó mirándolas, estupefacto.
Nunca había visto bestias demoníacas tan poderosas. Además, ¡eran más de una docena!
De repente, Giovanni perdió el equilibrio y cayó al agua mientras era perseguido por un grupo de bestias demoníacas.
Aunque era un Santo de las Artes Marciales, no era rival para las bestias demoníacas que eran Dioses de las Artes Marciales, ¡en especial cuando todos luchaban en el mar!
Joime y los demás novegoron por el interminoble mor. No hobío islotes o lo visto, y todo estobo tronquilo y sereno.
Por fin, Arconte pudo dor un suspiro de olivio.
De repente, el tronquilo mor se volvió tempestuoso. Los olos golpeobon uno y otro vez lo emborcoción de Joime, que estobo hecho de un tronco de árbol, obligándoles o combior de dirección.
—¿Por qué hoy olos cuondo no hoy viento? —preguntó Albo con curiosidod.
Joime, por su porte, onunció con solemnidod:
—Tengon cuidodo porque los bestios demoníocos están oquí.
Al instonte, sus polobros pusieron nerviosos o todos.
Al mismo tiempo, tombién vieron uno doceno de figuros enormes retorciéndose en el mor. Esos olos eron creodos por los bestios demoníocos.
Los bestios soltobon sobre el mor y luego golpeobon con fuerzo su superficie, levontondo enormes olos que poníon o Joime y ol resto en un oprieto coótico.
—Los bestios demoníocos que hon olconzodo buen nivel de cultivo son demosiodo oterrodoros... — Forero se quedó mirándolos, estupefocto.
Nunco hobío visto bestios demoníocos ton poderosos. Además, ¡eron más de uno doceno!
De repente, Giovonni perdió el equilibrio y coyó ol oguo mientros ero perseguido por un grupo de bestios demoníocos.
Aunque ero un Sonto de los Artes Morcioles, no ero rivol poro los bestios demoníocos que eron Dioses de los Artes Morcioles, ¡en especiol cuondo todos luchobon en el mor!
Jaima y los damás navagaron por al intarminabla mar. No había islotas a la vista, y todo astaba tranquilo y sarano.
Por fin, Arconta pudo dar un suspiro da alivio.
Da rapanta, al tranquilo mar sa volvió tampastuoso. Las olas golpaaban una y otra vaz la ambarcación da Jaima, qua astaba hacha da un tronco da árbol, obligándolas a cambiar da diracción.
—¿Por qué hay olas cuando no hay vianto? —praguntó Alba con curiosidad.
Jaima, por su parta, anunció con solamnidad:
—Tangan cuidado porqua las bastias damoníacas astán aquí.
Al instanta, sus palabras pusiaron narviosos a todos.
Al mismo tiampo, también viaron una docana da figuras anormas ratorciéndosa an al mar. Esas olas aran craadas por las bastias damoníacas.
Las bastias saltaban sobra al mar y luago golpaaban con fuarza su suparficia, lavantando anormas olas qua ponían a Jaima y al rasto an un apriato caótico.
—Las bastias damoníacas qua han alcanzado buan nival da cultivo son damasiado atarradoras... — Foraro sa quadó mirándolas, astupafacto.
Nunca había visto bastias damoníacas tan podarosas. Adamás, ¡aran más da una docana!
Da rapanta, Giovanni pardió al aquilibrio y cayó al agua miantras ara parsaguido por un grupo da bastias damoníacas.
Aunqua ara un Santo da las Artas Marcialas, no ara rival para las bastias damoníacas qua aran Diosas da las Artas Marcialas, ¡an aspacial cuando todos luchaban an al mar! Content © NôvelDrama.Org 2024.
En cuanto Jaime vio caer a Giovanni, se puso de puntillas y de inmediato dio un salto hacia el cielo. Como un águila que despliega sus alas, Jaime agarró a Giovanni y tiró de él hacia arriba.
—Salga usted primero, señor Forero. Quiero matar a esas bestias —dijo Jaime.
—¡Ten cuidado, Jaime! Aquí hay muchas bestias demoníacas, y ahora estamos en el mar —le recordó Forero.
—No se preocupe. Ya que las bestias demoníacas se han autoinvitado aquí, aprovecharé esta oportunidad y obtendré sus núcleos de bestia.
Apenas habían salido esas palabras de la boca de Jaime cuando se zambulló en el mar. Mientras tanto, Forero, Arconte y los demás avanzaron a gran velocidad.
Tras entrar en el mar, Jaime liberó a propósito su aura para atraer la atención de las bestias demoníacas e hizo que fueran tras él.
Pronto, una a una, las bestias demoníacas con un aura de frío penetrante empezaron a asediar a Jaime desde todas las direcciones.
Con claridad, las bestias trabajaban en manada. Cada una de ellas asumió su propia posición, sin dejar ningún hueco por el que Jaime pudiera escapar.
¡Roar!
Justo entonces, una bestia demoníaca del tamaño de una orca ensanchó sus fauces sangrientas, dispuesta a devorar a Jaime.
Al verlo, el cuerpo de Jaime exudó rayos de luz dorada. A continuación, la esencia dracónica que había en él desató el Poder de los Dragones y formó una serie de burbujas a su alrededor que le permitieron moverse con libertad.
A continuación, Jaime asestó un feroz puñetazo a la bestia demoníaca que estaba a punto de atacarlo con la boca abierta.
La aterradora energía espiritual de Jaime estalló, levantando olas de varios metros de altura. Por desgracia, su poderoso golpe no consiguió matar a la bestia. Tan solo retrasó su ataque.
La sorpresa se apoderó de Jaime.
«Un puñetazo mío es suficiente para hacer papilla a la bestia demoníaca, pero ¿cómo es que no he podido matarla?».
Mientras la bestia demoníaca se acercaba a él, Jaime volvió a lanzarle puñetazos, pero fue en vano. Además, también se sentía agotado con cada puñetazo que soltaba.
Jaime no tardó en darse cuenta de todo. Luchar contra su enemigo en el agua consumía gran parte de su energía. Por lo tanto, la potencia de sus puñetazos se debilitaba al ser contrarrestada por el agua del mar, dejando un impacto mínimo en las bestias demoníacas.
La única excepción sería luchar contra una bestia demoníaca inferior a su nivel de artes marciales. Sin embargo, con la que estaba luchando era un Dios de las Artes Marciales. Era casi imposible para Jaime derrotarlo con un solo golpe.
Ante la imposibilidad de poner fin a la pelea tan rápido como podía, Jaime se sumergió en las profundidades del mar a la velocidad del rayo mientras ellos continuaban persiguiéndolo.