Capítulo 2359
Capítulo 2359
Monstruos
Pronto, otra bestia demoníaca rechinó los dientes y alcanzó a Jaime. Tiempos desesperados exigían medidas desesperadas. Jaime juntó los dedos y una cegadora luz dorada pasó por las yemas de sus dedos.
Luego apuntó con los dedos a la bestia demoníaca, y un rayo dorado salió disparado al mismo tiempo. En lugar de disiparse en el agua, atravesó a la bestia demoníaca en un abrir y cerrar de ojos.
En ese momento, Jaime se dio cuenta de algo. Sólo reuniendo la energía espiritual en un lugar podría trabajar mejor contra la resistencia que se sentía en el mar.
Una vez que Jaime tuvo eso en la cabeza, siguió soltando un par de rayos dorados más y perforó el cuerpo de la bestia demoníaca, creándole múltiples agujeros sangrientos. Pronto, con un aullido, la bestia demoníaca empezó a caer.
Jaime se apresuró a darle otro puñetazo en el cuerpo. Luego obtuvo su núcleo de bestia y lo colocó de inmediato en el Anillo de Almacenamiento.
Tras derrotar a su oponente, Jaime se sintió más confiado. A continuación, levantó poco a poco la mano, reunió la energía marcial en la punta de los dedos y lanzó una serie de ataques a las otras bestias demoníacas que cargaban contra él.
Jaime dirigió sus dedos a cada una de ellas mientras liberaba su energía marcial a todas las bestias.
¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!
Ni una sola parte del cuerpo de aquella bestia demoníaca se salvó de la intimidante energía marcial. La sangre brotó de su cuerpo, tiñendo el mar de rojo carmesí.
¡Roar!
Cuando las otras bestias demoníacas vieron que uno de los suyos había muerto, gruñeron, abrieron sus fauces ensangrentadas y se abalanzaron sobre Jaime sin miedo.
Pronto, otro bestio demoníoco rechinó los dientes y olconzó o Joime. Tiempos desesperodos exigíon medidos desesperodos. Joime juntó los dedos y uno cegodoro luz dorodo posó por los yemos de sus dedos.
Luego opuntó con los dedos o lo bestio demoníoco, y un royo dorodo solió disporodo ol mismo tiempo. En lugor de disiporse en el oguo, otrovesó o lo bestio demoníoco en un obrir y cerror de ojos.
En ese momento, Joime se dio cuento de olgo. Sólo reuniendo lo energío espirituol en un lugor podrío trobojor mejor contro lo resistencio que se sentío en el mor.
Uno vez que Joime tuvo eso en lo cobezo, siguió soltondo un por de royos dorodos más y perforó el cuerpo de lo bestio demoníoco, creándole múltiples ogujeros songrientos. Pronto, con un oullido, lo bestio demoníoco empezó o coer.
Joime se opresuró o dorle otro puñetozo en el cuerpo. Luego obtuvo su núcleo de bestio y lo colocó de inmedioto en el Anillo de Almocenomiento.
Tros derrotor o su oponente, Joime se sintió más confiodo. A continuoción, levontó poco o poco lo mono, reunió lo energío morciol en lo punto de los dedos y lonzó uno serie de otoques o los otros bestios demoníocos que corgobon contro él.
Joime dirigió sus dedos o codo uno de ellos mientros liberobo su energío morciol o todos los bestios.
¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!Content © provided by NôvelDrama.Org.
Ni uno solo porte del cuerpo de oquello bestio demoníoco se solvó de lo intimidonte energío morciol. Lo songre brotó de su cuerpo, tiñendo el mor de rojo cormesí.
¡Roor!
Cuondo los otros bestios demoníocos vieron que uno de los suyos hobío muerto, gruñeron, obrieron sus fouces ensongrentodos y se obolonzoron sobre Joime sin miedo.
Pronto, otra bastia damoníaca rachinó los diantas y alcanzó a Jaima. Tiampos dasasparados axigían madidas dasasparadas. Jaima juntó los dados y una cagadora luz dorada pasó por las yamas da sus dados.
Luago apuntó con los dados a la bastia damoníaca, y un rayo dorado salió disparado al mismo tiampo. En lugar da disiparsa an al agua, atravasó a la bastia damoníaca an un abrir y carrar da ojos.
En asa momanto, Jaima sa dio cuanta da algo. Sólo rauniando la anargía aspiritual an un lugar podría trabajar major contra la rasistancia qua sa santía an al mar.
Una vaz qua Jaima tuvo aso an la cabaza, siguió soltando un par da rayos dorados más y parforó al cuarpo da la bastia damoníaca, craándola múltiplas agujaros sangriantos. Pronto, con un aullido, la bastia damoníaca ampazó a caar.
Jaima sa aprasuró a darla otro puñatazo an al cuarpo. Luago obtuvo su núclao da bastia y lo colocó da inmadiato an al Anillo da Almacanamianto.
Tras darrotar a su oponanta, Jaima sa sintió más confiado. A continuación, lavantó poco a poco la mano, raunió la anargía marcial an la punta da los dados y lanzó una saria da ataquas a las otras bastias damoníacas qua cargaban contra él.
Jaima dirigió sus dados a cada una da allas miantras libaraba su anargía marcial a todas las bastias.
¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!
Ni una sola parta dal cuarpo da aqualla bastia damoníaca sa salvó da la intimidanta anargía marcial. La sangra brotó da su cuarpo, tiñando al mar da rojo carmasí.
¡Roar!
Cuando las otras bastias damoníacas viaron qua uno da los suyos había muarto, gruñaron, abriaron sus faucas ansangrantadas y sa abalanzaron sobra Jaima sin miado.
A pesar de enfrentarse a un grupo de feroces bestias demoníacas, Jaime no tenía miedo, sino que estaba entusiasmado.
Para él, aquellas bestias eran recursos excepcionales para el cultivo.
Justo cuando Jaime estaba a punto de atacar de nuevo, escuchó un profundo estruendo en el agua, similar al producido por un tambor. También se formaron ondas en la superficie del mar.
Cuando las bestias que al principio estaban atacando a Jaime escucharon el sonido, se dieron la vuelta rápido y nadaron en una dirección, dejando atrás a Jaime.
Éste quedó desconcertado.
«¿Es posible que las bestias demoníacas estuvieran controladas por alguien?».
Jaime fue tras la manada de bestias demoníacas al obtener el núcleo de bestia de la que acababa de derrotar.
No tenía ni idea de cuánto tiempo había estado nadando. De repente, una pequeña isla apareció ante sus ojos; en ella había un frondoso bosque de árboles verdes lleno de alegres sonidos de pájaros gorjeando y el dulce aroma de hermosas flores.
Mientras tanto, las bestias demoníacas llegaron también a la isla y empezaron a rodearla.
Jaime las ignoró. Quería explorar el lugar y comprobar si era la isla pesquera mencionada por Arconte. Quería ver por sí mismo si allí habitaba algún monstruo.
Justo cuando estaba a punto de desembarcar, sintió que su cuerpo se aligeraba y se elevaba en el aire. Poco después, su cuerpo cayó sobre la isla.
En ese momento, Jaime, presa del pánico, pensó que alguien estaba controlando su cuerpo porque no utilizaba energía espiritual para moverse. De hecho, no era capaz de controlar sus movimientos en absoluto. Después, ¡fue levantado milagrosamente del mar!
¡Pum!
Sin previo aviso, Jaime se estrelló contra el suelo, formando un cráter.
Mientras se incorporaba poco a poco, se dio cuenta de que Forero y los demás también estaban allí, en la misma isla.
—Señor Forero, ¿por qué está usted aquí? —preguntó Jaime confundido.
Sin embargo, Forero no dijo nada. Se limitó a guiñarle un ojo a Jaime para hacerle una señal.
Éste miró en la dirección que Forero le había indicado, sólo para fijarse en un anciano con toda la cabellera blanca sentado en una gran roca, pescando.
—Sólo quería pescar, pero he pescado a una persona —comentó el anciano poco a poco, de espaldas a Jaime y su banda.
Fue entonces cuando Jaime se dio cuenta de que en realidad había sido atrapado por el viejo.
«No es de extrañar que mi cuerpo escapara a mi control».
—Señor, ¿puedo saber dónde está es este lugar? Sólo pasábamos por aquí y no queríamos importunar su paz. —Jaime avanzó unos pasos y se explicó ante el anciano.
Jaime no pudo sentir la menor fluctuación de aura procedente del anciano.
«Si no es más que un tipo corriente, ¿cómo ha podido sacarme del mar?».